En especial una, por la que siento una especial atracción, pero desde luego -y como no iba a ser de otra forma- con una buena ración de deseos frustrados. La miro por los pasillos y simplemente me saluda, mira hacia otro lado, tímida, con una cara que me recuerda a la de aquellas muñecas de porcelana rusas. Así es ella, o al menos parece ser, una muñeca delicada y frágil, con una discontinuidad inevitable en x=yo.
Lo cierto es que no si se me gusta realmente. He sufrido muchos infortunios amorosos, y tal vez por eso tengo miedo a enamorarme, pero no quiero que estas experiencias me nublen la vista y siempre acabo dejando las cosas, que el tiempo las arreglara, como si fuera la panacea que lo curase todo, pero lo único que hace es enterrar mis esperanzas. Parece que con paciencia y dedicación podría conseguirlo, pero siempre tengo que estar esperando...
Esto me hace recordar un especial caso en el que una mujer me ponía caliente todo el día, pero no quería absolutamente nada, frustrandome bastante. Ella creía que no era más que un juego, tal vez acostumbrada a interminables noches de sexo sin control, pero realmente no es tan efímero como ella creía...
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