miércoles, 29 de octubre de 2008

Botellones y bellos parajes


En esta fría noche castellana voy a narrar historias diversas sobre el botellón, empezando, como siempre, por mi primera vez...

Todo empezó en una de estas frías y oscuras noches de los parajes meseteños. Yo tendría unos 16 años, el pelo largo, y ganas de vivir la vida. Nos dirigimos en primer lugar hacia una conocida marca de supermecados, para adquirir unas litronas y unos cartones. Posteriormente nos dirigimos hacia un parque cercano, para consumir las citadas bebidas. A continuación sobrevino la anéctoda de la jornada: vimos a lo lejos la moto de un bakala, y nosotros, inocentes insensatos, pensando que se trataba de la"secreta" nos dispusimos a correr cual jabatos en una cacería. Al volver a la escena del crimen, observamos como aquel capullo se había ido entre risas, y con alguna botella nuestra... Volvimos y empezamos (o empezaron) a beber, y yo, como siempre, tímido y asustadizo, no compré nada, dedicándome a observar a los demás. Algunos, acostumbrados al alcohol, bebían sin cesar, pero otros, no soportaron el cóctel en su cerebro y acabaron por los suelos, en una situación en la que se mezcló lamentabilidad y gracia. Me di cuenta entonces que el alcohol tan solo te hace perder el control, y cuando llegas a ese punto, ya nada tiene gracia.

Al botellón o a los dos botellones siguientes bebí mi primera copa. Creo recordar que se trataba de una cerveza con limón -algo que por cierto me supo a mierda con ceniza- y tal vez algo de calimocho que tuvo un sabor parecido a la cerveza. En los siguientes botellones, la graduación fue aumentando progresivamente hasta llegar a los 20º de un martini. Tal vez esa fue la vez q más borracho he estado en mi vida -bien es cierto que no fue mucho-.

Pero lo verdaderamente impactante ocurrió en un botellón normal. Yo como siempre, bebía poco, pero alguno que otro bebió más de la cuenta, llegando a la intoxicación etílica. Este hecho cambió mi vida. Se me vinieron a la mente diversas preguntas, como ¿por qué beber?¿qué sentido tiene?. Sinceramente, ese año no volví a probar gota de alcohol.

Al comienzo del siguiente curso, volví a algunos botellones. esta vez el calimocho era mosto comparado con lo que se bebía: desde malibú al whisky...Ahora si que me planteé dejar la bebida, y un hecho hizo que así fuera. Todo ocurrió durante una tarde de domingo. Yo estaba zapeando en la tele y me topé con un programa que hablaba sobre los efectos reales de alcohol. Mi repugnancia hacia este elemento se incrementó cuando vi los daños cerebrales que éste ocasionaba. Aquellos cerebros escualidos aparecían absolutamente recomidos por fuera, en comparación con un cerebro normal sano. Desde ese momento hasta hoy, no he vuelto a beber, y no creo que lo haga. Me dedico hacia una vida más sana, y a tratar de propagarla en la medida de lo posible, como no. Aunque no haga demasiado deporte, si me gusta practicarlo ocasionalmente; y no porque sea sano -que también-, sino porque disfruto haciéndolo.

Ahora, cuando voy a los botellones, no me cojo nada, o me cojo algo sin alcohol, como una coca cola o un mosto últimamente. Y aunque la gente se ría de mí, yo digo una frase que tiene un gran amigo en su blog: quienes hablan a mis espaldas mis nalgas contemplan xD.

Consejo: disfrute y control pueden ir juntos

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