martes, 28 de octubre de 2008

Discotecas...


Discotecas... de eso queria hablar por primera vez seriamente en mi blog. Las discotecas, técnicamente lugares donde uno va a pasarlo bien... O no. Todo depende de lo que quieras hacer.

Recuerdo la primera vez que entraba en una. Flamante, poderosa, petada de gente, asi era la mejor discoteca de la ciudad, según las lenguas de los pensantes que allí llacian. Y allí estaba yo, cual Travolta en Saturday Night Fever. Llegué allí con mis amigos, tras un botellón -de los que tal vez hable en otra entrada por cierto-, iba bien vestido y bien peinado -recuerdo- algo que en mi es realmente raro, y tal vez, pensando yo, necio e ignorante insensato, que aquel garito se trataba de un local de apareamiento masivo de la raza humana, es decir, llegabas y las tias se disponian en fila deseosas de pecar y probar lo mas suculentos placeres de la carne masculina. Eso era lo que había oído yo, o al menos, me había parecido entender. Muy lejos de la verdad -más bien años luz- llegué sobreexcitado, exaltado, pensando en que aquel día, era mi día, aquel con el que llevaba esperando 17 años de mi vida; pero no paso nada. Es mas, pasaron muchas cosas...

Recuerdo que era el día de carnavales, todo el mundo iba disfrazado, y yo y mis amigos éramos los raros. Tras la primeriza entrada en la discoteca, nos dispusimos a dar saltos cual mandriles en época de celo, mientras sonaba al unísono una canción de arctic monkeys, no recuerdo la canción. Esa fue la primera parte. La segunda, corta e intensa, trató de ir hacia la barra para recoger nuestra consumición. Los demás, insaciables de etanol, se dispusieron a pedir un bebida alcoholica. Yo, que estaba el último de la cola, pedí una "simple" coca cola. Más tarde, sólo recuerdo dos cosas. La primera, me pregunté como hacia tanto calor en aquel local, lo que hizo que la bebida refrescante me refrigerara el gaznate -directa a las cartucheras...-, desde luego muy gratificante. La segunda cosa que me fije fue en la falta de luz: solo lucían los terribles focos de colores con sus interminables giros, y aquella luz que parpadeaba sin cesar; un flash. Aquel jodido flash pudo provocarme un ataque epiléptico en medio de la muchedumbre, lo que habría provocado que muriese allí mismo, ya que nadie se habría preocupado por mi.

Hasta ahí fue todo más o menos bien, ya que a pesar de la frustración con las mujeres -ya lo decia Cervantes: ancha es Castilla y estrechas, las castellanas-todo iba aparentemente bien. Más tarde, tras la salida, nos dirigimos hacia un kebap, uno de esos garitos donde se come carne recalentada de animales ovinos y bovinos. Por último, nos dirigimos al autobús de vuelta casa. No paso nada más.

Puede que ese día estuviese bien, pero las posteriores idas a esa discotecas y a otras provocaron mi totalmente frustración. Sin haber bebido alcohol (hace mucho que no lo consumo) estaba totalmente deprimido -lo cual es raro-. Estaba allí, en el centro de la pista, canciones que no metería ni siquiera en la sección de basura de mi ipod. Todo el mundo estaba feliz, pero yo no. Yo estaba bailando unos pasos que me acaba de inventar, bastante lamentables por cierto, que no hacían sino aumentar mi deseo de coger el viejo bidón de gasolina del trastero y prender fuego deliberadamente al local.

En fin, la conclusión es que mis experiencias con las discotecas han sido de todo menos grandiosas. Hasta la armada invencible tuvo más exito en su batalla naval con Inglaterra que yo con las mujeres.

Eso es todo bloggers. Buenas noches y no os hagais pajas (a pesar de que soy el menos indicado para hablar de ello xD).

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